Las Emociones y los Sentimientos
son la zona más sensible del ser
humano.
Es la zona que más cubrimos y la que más protegemos.
Nuestro corazón es parte activa dentro de nuestras emociones, sobre
todo, las que están relacionadas con nuestros afectos, es decir, por aquellos
sufrimientos o momentos de felicidad que se viven a lado de quien amamos o en
otros casos, a lado de quien odiamos.
A causa de las experiencias dolorosas que una persona vive, y de la
actitud que se tiene ante ellas, una persona puede decidir, conciente o
inconscientemente cerrar su corazón.
Pensamos que la mejor defensa de nuestros
sentimientos es no permitir la entrada a ellos. Con esta actitud, no solo
cerramos la puerta al acceso de nuestro corazón, sino también cerramos la
salida y la liberación de las emociones dolorosas, quedando encerradas en
nuestro interior.
.No confiamos en nadie, no expresamos lo que sentimos, no nos involucramos afectivamente con nuestra familia o nuestros compañeros de trabajo, vivimos aislados, fingimos estar de acuerdo por no exponer nuestros puntos de vista. Si algo nos lastima, nos produce enojo, tristeza, frustración
etc., elegimos dejarlo a un lado para no sentirlo anestesiándonos con cualquier
otra actividad que nos haga “olvidar” lo sucedido y al no conectarnos nunca con
ese dolor, lo mantenemos de manera prolongada en nuestro corazón.
A todo esto
le llamamos REPRESION,
a la facultad de anular nuestra expresión.
La Represión Emocional se debe dos causas fundamentales:
1.
- El miedo a ser lastimados.
- El miedo a perder nuestros afectos.
Sabemos que la comunicación es fundamental en cualquier tipo de relación
interpersonal pero muy pocos lo llevan a la práctica, porque realmente
desconocemos el significado de la palabra comunicación ó expresión, nuestro
entorno social y cultural nos ha enseñado que expresar es decir “algo parecido
a lo que sentimos, con tacto...” pero hay que tomar en cuenta que “algo
parecido a lo que sentimos” y “mucho tacto” puede cambiar el rumbo, la idea o
el significado de lo que queremos decir, en este caso, nuestra expresión, puede
convertir nuestra verdad, en falsedad.
“Expresarse significa responder en forma adecuada ante las experiencias
a través del camino de la verdad”
Expresar es comunicar nuestros sentimientos, pensamientos o emociones,
sin disfrazarlos, en el justo momento en que ocurren los hechos.
Al expresar, liberamos la energía negativa que se alberga en nosotros al
sentir una emoción dolorosa.
Si en lugar de expresar,
REPRIMIMOS, esta energía
negativa la tendremos guardada por tiempo prolongado, incluso indefinido.
Al
vivir nuestra vida bajo estos parámetros, nos basamos en una represión
continua.
La represión puede llevarnos a vivir en dos extremos, según sean el tipo
de vivencias:
- 1. La Insensibilidad
- 2. La Hipersensibilidad
1. Insensibilidad:
Al guardar por tiempo prolongado tantas emociones dolorosas e intensas,
nuestro corazón y nuestra mente, terminan por bloquear el dolor al grado de que
dejamos de sentir.
Como consecuencia, y en correspondencia a la Ley de
Polaridad, al aniquilar la sensación de dolor, aniquilamos también la sensación
de felicidad.
Así como dejamos de sentir lo que nos produce sufrimiento,
dejamos de sentir lo que nos produce bienestar.
Perdemos los parámetros y desde
este punto, es muy fácil perder los límites también, ya que al no sentir,
perdemos también la conciencia de cuando nosotros hacemos daño, de cuando
nuestras palabras o nuestras acciones pueden lastimar a la gente que nos rodea
y a los que amamos, al mismo tiempo, perdemos la facultad de vivir lo que nos
puede hacer feliz, dejamos de ver la belleza de la vida, de los detalles
perdiéndonos tanto de los bellos momentos como de la felicidad continua.
2. Hipersensibilidad:
Cuando reprimimos, albergamos tanto dolor en nuestro corazón, que es
fácil estallar con cualquier detalle, es decir, nos enojamos por lo que no vale
la pena, nos hace llorar hasta los anuncios de televisión, la represión nos
lleva a la más profunda tristeza y amargura, y si prolongamos este estadio,
entonces se somatiza en el cuerpo en varios tipos de enfermedades como los
problemas de circulación, infartos o cáncer, como señal que hemos perdido la
alegría de vivir.
Es muy fácil vivir reprimiendo porque es lo que hemos aprendido desde
niños, toda la sociedad en general, se maneja bajos estos mismos patrones,
creemos que es lo normal.
Esto aunado a nuestras experiencias de vida, nos hace
crear un gran caparazón alrededor de nuestro corazón como un intento de
proteger lo que consideramos más sagrado: Nuestros sentimientos.
La expresión también forma parte de nuestra verdad.
Reprimir es mentir,
es aparentar “que no pasa nada”
cuando realmente llevamos un infierno dentro.
Cuando tomamos conciencia del significado de la verdad y la libertad que
nos brinda la expresión, entonces aprendemos que la vida no es tan difícil como
nos lo han hecho creer y que lejos de correr algún peligro al exponer nuestros
pensamientos, se convierte en protección.
El Proceso de la Expresión:
Empezar a acostumbrarnos a decir lo que nos nace del corazón puede
llevar tiempo, y el hacerlo, te llevará a enfrentar muchas cosas, por ejemplo,
te darás cuenta de todo lo que has desperdiciado albergando dolor, cuando es
posible vivir sin el.
Te darás cuenta que nadie tiene el poder de dañarte, a
menos que tu mismo le des ese poder.
Te darás cuenta que el resentimiento no es
un escudo de protección sino una arma de destrucción y auto-destrucción, y que
el único escudo que nos protege y libera es el amor.
Para empezar a actuar bajo una actitud diferente y opuesta a la que
siempre hemos llevado, es necesario seguir un proceso:
Buscar la verdad en
nuestro interior,
reconocer y aceptar la esencia de lo
que estamos sintiendo.
Expresar tus
sentimientos con precisión y
siempre de una manera
constructiva.
constructiva.
Extracto del curso: Autoconocimiento
Harumi Puertos
Sitio web: www.rutasdelalma.com